Por: Mario de Agüero Villacorta
Gritó algo en inglés y se aventó de un puente. Escuchamos el clavado y poco después salió del agua. Minutos más tarde se empezó a quejar, estaba descalzo, borracho y en algún momento de su gran hazaña, se cortó el pie. Era un turista que consideró que era buena idea usar uno de los puentes como plataforma de clavados. Nosotros miramos un rato el espectáculo y seguimos caminando.
Ese mismo día, llegamos a Venecia cruzando nuestras bicis de la isla de Lido a la de Venecia por medio de un transbordador. Desembarcamos en un puerto situado al oeste de la isla, cerca del puente que conecta Venecia con tierra firme, el puente de “La Libertad”. Como se podrán imaginar, Venecia no es el lugar más cómodo para moverse en bicicleta, así que ni siquiera intentamos buscar algún hostal al interior de la ciudad. No sé cómo averiguamos, probablemente porque venía indicado en el mapa de Italia que traíamos, pero ubicamos una zona de campamento en las afueras de Mestre, la ciudad más cercana a Venecia. Creo que es importante mencionar que cuando hicimos este viaje, aunque ya había smartphones, todavía no se usaban tanto
como hoy y usar Google Maps en estos dispositivos no era tan fácil. Todo el viaje lo hicimos utilizando mapas físicos y preguntando por indicaciones con la gente local.
La distancia del puerto de Venecia a la zona de campamento era de unos 8 kilómetros. Un poco retirado, pero era nuestra mejor opción dado que teníamos las bicis. El recorrido hacia esa ciudad
no fue muy agradable, tuvimos que ir pedaleando entre un espacio pequeño entre unas vías férreas y una carretera que recorren el largo puente (aproximadamente 4 km) que une Venecia con el resto de Italia. Luego, ya en tierra firme, tuvimos que tomar otros 4 km de carretera hacia el noreste para llegar al camping con un paisaje que contrastaba mucho con la belleza de Venecia. Estar ahí, en las afueras de Mestre, recordaba más a las afueras de Toluca (sin ofender a los oriundos de Toluca), que a lo que mi romántica mente imaginaba sobre las ciudades Italianas.
Logramos llegar al camping, conseguimos un buen pedazo de jardín con arboles e instalamos nuestras tiendas de campaña. Ese mismo día era cumpleaños de José Luis así que decidimos regresar a Venecia para festejarlo. Descansamos un poco y tomamos un camión nocturno para no tener que cruzar el horrible puente en bici.
Al llegar a Venecia, lo primero que hicimos fue buscar un restaurante para celebrar al cumpleañero. Encontramos un lugar que probablemente fue el más lujoso al que asistimos en todo el trayecto desde Francia a Republica Checa. Como era el cumpleaños de José Luis accedimos a darnos ese lujo sin embargo no nos pareció nada extraordinaria la comida. Creo que en México habíamos probado mejor comida italiana que en ese restaurante veneciano.
Al terminar la cena salimos a dar una vuelta.
Empezamos a recorrer los callejones. Se respiraba un aire de tranquilidad. La isla estaba prácticamente vacía. Había un ambiente muy místico. Quisimos Por: Mario de Agüero totalbikemagazine.com 43 buscar un bar para continuar la celebración, pero todos tenían una atmosfera muy bulliciosa y nosotros estábamos cansados por la pedaleada y todo el sol que nos había tocado en las islas de Lido y Pellestrina. Creo que estábamos más cómodos con la tranquilidad de los canales y callejones.
Recorriendo los silenciosos callejones íbamos descubriendo más canales, puentes y pequeñas plazas. Solo unos cuantos borrachos zigzagueaban por ahí y unas cuantas parejitas se dejaban conquistar por el encanto de los puentes y la antigua arquitectura. Seguimos caminando y disfrutando de la ciudad hasta encontrarnos con el clavadista. Poco después decidimos tomar el camión de regreso a nuestro camping. Al día siguiente, después de desayunar, regresamos a Venecia. Pasear durante la noche me pareció mucho más encantador que de día. De día la excesiva cantidad de turistas le restaba encanto a esta icónica ciudad. Paradójico que diga esto porque nosotros éramos parte de la exorbitante cantidad de turistas.
Estuvimos caminando entre los tumultos, luego comimos algo y acabamos el día comprando unas botellas de vino que bebimos hasta las últimas gotas frente al canal de la Giudecca, mientras una banda callejera hacía interpretaciones de los Dire Straits. De regreso, en el autobús nocturno, cantamos “bésame mucho” a capella (que pena) con una señora italiana que cargaba el mandado. A pesar de nuestra poca sobriedad creo que le caímos bien. Cantaba con la misma emoción que nosotros.
Al amanecer, levantamos nuestro campamento y nos dirigimos con nuestras bicis a la estación de trenes. Poco a poco, mientras nos trasladaba la locomotora, el paisaje costero se transformó en bosques y montañas. El tren nos dejó en la ciudad fronteriza de Gorizia. Bajamos las bicis del ferrocarril y nos montamos rápidamente en ellas. Batallamos un poco para encontrar la carretera que cruza la frontera. Una vez en esa carretera fue muy fácil atravesar de país pues no había nadie que nos recibiera algún documento o que nos preguntará por qué estábamos entrando a su país.
De repente, los letreros en la calle se encontraban en una lengua extraña, estábamos entrando a Eslovenia. No mucho tiempo después paramos en un bar para comer algo y aprovechar para pedir indicaciones. Ahí un señor, nos mostró en nuestro mapa la mejor ruta, para llegar a Liubliana, capital de Eslovenia.
Eslovenia, hoy en día, es un país relativamente pequeño con poco más de 2 millones de habitantes y se independizó de la antigua República Federativa Socialista de Yugoslavia en 1991, resultado de un conflicto armado llamado “Guerra de los diez días” que como su nombre lo indica no fue muy largo. De hecho, fue el primer país en independizarse de Yugoslavia, de otras 5 republicas que la constituían: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro y Serbia. La disolución de Yugoslavia es un evento bastante complejo del cual no soy experto pero la historia (a grandes rasgos) es que esta nación de corte socialista se formó después de la segunda guerra mundial por las 6 antiguas repúblicas que mencioné anteriormente y se mantuvo bajo una 44 URBANO postura “neutral” ante el conflicto de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética.
En 1980, tras la muerte de Josip Broz, mejor conocido como “Tito”, jefe de estado Yugoslavo, se
fueron acumulando distintas tensiones de carácter étnico, religioso, económico y político, dado que Yugoslavia se integraba por diferentes culturas de Serbios, Bosnios, Croatas y Albaneses que dejaron de compartir visiones (ej. En Bosnia la mayoría de población es musulmana y en Serbia es cristiana). Eslovenia fue la primera nación en independizarse y desde ese momento y durante 10 años después persistieron una serie de eventos bélicos entre estas naciones. El resultado fue la completa disolución de la Republica Yugoslava. Hoy, de acuerdo con Índice de paz global, Eslovenia es considerado como uno de los países más pacíficos del mundo.
Salimos del bar y tomamos la carretera que nos indicó el señor. Por un tiempo la carretera se mantuvo muy plana, con una vista muy linda del paisaje montañoso. Luego empezamos a descender hasta llegar a un hermoso valle llamado Vipava. El paisaje luego se adornó por un planeador blanco que parecía seguirnos y a lo lejos se veían, como pequeñas moscas coloridas,
un grupo de parapentistas sobrevolando el valle. El ambiente era muy campirano. La carretera estaba adornada por viñedos y casitas decoradas con flores y huertos. La carretera empezó a volverse un sube y baja, pero con el vuelo provocado por las bajadas y motivados con el bello paisaje que teníamos, las subidas no eran realmente un problema. Paramos para descansar rápidamente en uno de los viñedos y aprovechamos para comprarnos unas cuentas botellas. Un poco antes del anochecer llegamos al pueblo de Ajdovščina, ahí nos detuvimos en una pizzería para cenar e investigar en donde podríamos instalar nuestro campamento.
Antes de iniciar este gran viaje por Europa yo había leído que la pizza eslovena era mejor que la italiana, y vaya que sí lo era; estaba mejor que cualquiera que habíamos consumido en Italia (si algún italiano lee esta columna espero no se ofenda). Según nosotros solo consumiríamos una para los cuatro, pero estaba tan rica que acabamos pidiendo tres más. La mesera que nos atendió, hablaba un poco de inglés por lo que logramos comunicarnos más o menos bien y creo que no le caímos mal porque terminamos intercambiando unos tragos de un mezcal oaxaqueño que traía Daniel por unos tragos de un destilado de esa zona llamado “travarica”. Esta bebida está hecha a base de hierbas y pertenece a un grupo más amplio de bebidas alcohólicas llamado “rakia”, muy popular en Europa central y oriental. Todos los diferentes tiposde rakia contienen entre 40% y 50% de alcohol, por lo que el trueque con el mezcal fue justo.
Al acabarnos las pizzas le preguntamos a la mesera si conocía un lugar en donde podíamos acampar. Nos pasó a la cocina de la pizzería, donde tenían un mapa del pueblo que el repartidor utilizaba para hacer las entregas. Ahí nos señaló un buen lugar para instalarnos. Les dimos las gracias y nos fuimos al lugar indicado para poner el campamento. Cuando llegamos ya era de noche y no podíamos apreciar muy bien el entorno, sin embargo, al estar rodeados de arboles nos dio un sentimiento de seguridad y calma. Era un buen entrono para descansar ya que al día siguiente tendríamos que atravesar por un sistema montañoso bastante retador.
Mario de Agüero Villacorta
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